viernes, 2 de enero de 2009

DESDE ORIENTE

Un gran séquito de Pajes anticipa su llegada. Los camellos vienen cargados de grandes sacas llenas de juguetes y regalos para todos, niños y no tan niños, desde muy lejos, tienen que estar cansadísimos.

Les he visto en la Cabalgata, son tres Los reyes Magos, Melchor, Gaspar y Baltasar que es de color negro, pero aunque le asusta un poco, es el preferido de mi amigo Tomás, porque es él quien le deja los regalos en su casa todos los años.

Se nota que son Magos y Ricos, ¡menudos trajes tienen! Y que carrozas y cuanta gente les ayuda. Nos tiran caramelos desde las carrozas.

 

Yo me he pedido un Cinexín, los Juegos Reunidos, un estuche para el colegio y unos cuentos. Dice mi madre, que me he portado regulan y que a lo peor me traerán solamente carbón.

Mi madre cuenta que cuando ella era pequeña, traían avellanas, nueces. Creo que esos Reyes de ella no eran tan ricos.

Creo que no falta nada… los zapatos limpios, el vaso de leche, la bandeja con las peladillas y el turrón, los polvorones para los camellos.

Me voy a ir muy pronto a dormir, porque si ven que estás despierto pasan de largo y no te dejan los regalos. Mañana cuando me despierte veré si han recibido la carta que les he escrito.

Todos los años soy el primero en levantarme, ¡Claro, llevo mil horas en la cama! De puntillas abro la puerta del comedor, por si todavía están en casa. Alrededor del árbol de Navidad, suelen dejar los regalos y empiezan los gritos de mis hermanos y míos al ver que nos han dejado todo lo que habíamos deseado y pedido.

Con el griterío despertamos a mis Padres que vienen a disfrutar del momento.

Solo deseo que: “Cuando vengan por el largo camino, repartan en la tierra paz, y que el mundo siga con su destino de Amor y Felicidad”. Esto lo cantaba Concha Velasco allá por los años 60.