miércoles, 4 de marzo de 2009

EMIGRANTES

¡Qué raro! Faltan diez minutos para que venga el coche de línea y todavía no hay nadie en la parada. Hoy marcho para Bilbao, mi hermano ya tiene casi todo preparado para que el lunes empiece a trabajar en la fábrica de armas de Eibar. Allí hay mucho trabajo; necesitan gente y creo que va ser la oportunidad para salir del Pueblo a buscar mejor futuro. Ya se han ido unos cuantos y les va bien. Voy a la casa de mi hermano “a patrona”, pero estaré bien porque estoy con él, otros están “con derecho a cocina” en casas desconocidas y con gente desconocida.
Si trabajo mucho, y ahorro, me voy a hacer una casa en el pueblo para venir los veranos y cuando me jubile.

Ya empiezan a llegar más a la puerta de la escuela para coger el autocar de Lino. Ya está llegando, Pedro hace una maniobra y se aparta en la cuneta; es un conductor experto. Subimos los equipajes al techo del autocar, y subimos a nuestros asientos; este jueves va repleto el coche; creo que en Villabrágima se va a llenar; siempre nos dice, “cuando lleguemos a Villanubla, agacharos que si nos ve la Guardia nos la cargamos” Ya sabemos que no puede ir nadie de pié, pero él para no dejar a nadie en tierra, consiente estas cosas.

Arranca con una acelerón que deja un rastro de humo negro que “atufa” a los que quedan despidiéndose de Nosotros; A mí me ha venido a acompañar mi madre y mi hermana la pequeña; es la única que queda, todos los demás ya se han ido a buscar fortuna… ahora yo.
Desde el asiento de atrás, aparto un poco la cortinilla y veo a mi madre llorar, mi hermana la consuela; también veo alejarse la escuela, en esa escuela he aprendido las cosas que me harán empezar una nueva vida. A leer, contar, escribir… otras cosas las he aprendido en casa, y otras me las han contado los viejos del pueblo.
Tantos años, tantos amigos que serán los verdaderos, tantos recuerdos que hoy dejo a un lado, pero que siempre llevaré conmigo.

Llegando a Villagarcía, aún se ve el pico de la Torre de la Iglesia, en el horizonte; ahora es a mí al que se le escapa la melancolía.
Nadie dijo que la vida es fácil; estos momentos son los que se atragantan, pero seguro que recompensará la fortuna.

EMIGRAR: Abandonar la residencia habitual dentro del propio país, en busca de mejores medios de vida.

Moisés Busnadiego.