domingo, 3 de mayo de 2009

RETENTIVA

Los sentidos, son los grandes aliados del recuerdo y de la memoria.
Paseando por las calles de mi pueblo, recordaba algunos de los momentos que viví de niño, por aquellas calles, plazuelas de este, aún lo parece, pueblo parado en el tiempo.

Esto es lo mejor de las vacaciones. Podemos pasear sin prisas y con todas las pausas que nos apetezcan. Ahora me paro en el portalón de “La Matea” y me golpea el rebuzno de las mulas antes de ponerlas el yugo. Esta casa (grande) llegó a tener 4 yuntas.
Un poco más adelante, la casa del señor Ceferino, el herrero y lo mismo, vienen a la cabeza, todos los sonidos del oficio; el respirar del fuelle que avivaba el carbón de coque que ponía al rojo el hierro, al que después, con el tintineo de la machina, moldeaba con destreza este carretero. Aros de las ruedas de los carros, los aros de las cubas, que hasta a Serrada y a Peñafiel fue a montar a las bodegas, ahora famosísimas y conocidas, pero que en aquellos años no todo el mundo viajaba hasta aquellas tierras.
Formones, picos, arados, puertas, la fragua no paraba, sopla que resopla, rojo que rojo, tin tin que tin tin.

Y… cuando el olor del humo de una chimenea nos traspasa fulminantemente a la sala de la casa de nuestra abuela; quizá sea por el papel, o la leña, o a lo mejor es porque forzamos la memoria para no olvidar ese momentos.
¿Se acuerdan cuando se prendía el “mudadal” familiar, para reciclar y convertir a cenizas todo lo orgánico de casa?; ya les conté lo del olor de la tienda de ultramarinos.


Hoy ya no hay nada de esto, se cambia todo por maquinaria más sofisticada, grandes tractores, que tiran con no sé cuantos cuerpos de arado. Pequeños equipos de soldar que unen los metales sin bismuto ni golpeteo. De vez en cuando algunos melancólicos, realizan estas tareas a la antigua usanza en fiestas y semanas culturales. Los jóvenes deberían ver en estas demostraciones, lo duro que se trabajaba entonces.

Hoy como entonces, no dejen que los buenos momentos, la buena compañía pasen como un capítulo más de la vida. Guárdenlo para siempre en su memoria; de vez en cuando muevan ese recuerdo y muéstrenlo.

Moisés Busnadiego.