jueves, 4 de junio de 2009

BAJADA DE BANDERA

Una de las personas que antaño más sabía de la vida de los vecinos de los pueblos, era después del cura y el médico, el taxista.

En esa época solamente los hacendados señores tenían automóvil, el resto de la población, teníamos que ir o bien en el coche de línea o cuando la cosa era urgente, íbamos a la casa del señor taxista a solicitar sus servicios de chofer con auto.

Si mal no recuerdo, su coche era un Seat 1400 de color negro, siempre reluciente, en perfecto estado de revista.

El toque de claxon es el aviso de que ya ha llegado a la puerta. Vamos, vamos, daros prisa. Ya ha llegado.

Todos levantados y con bolsas en la mano. En fila dejándolas en el capó trasero. Besos y hasta el viernes, llegaremos en el coche de línea.

Así comenzaba mi primer viaje en taxi. Delante va con el señor taxista, mi padre, atrás mi madre, mi hermano y yo.

Yo en el medio, inquieto con las manos apoyadas en cada uno de los respaldos de los asientos delanteros, con los ojos bien abiertos, sin perder detalle. La palanca de las marchas en un lado del volante, miles de botones que dice el chofer, que cada uno es para una cosa. ¡Y me enseña cómo funciona alguno de ellos! Luces cortas, calor, luces de carretera, ventilador, luz del techo. 

Estos mayores, siempre hablando de cosas de mayores, yo sigo tocando todo. Los cristales de las puertas se bajan con una palanca que tiene una rueda en la punta, que chulo. ¡Baja el seguro no sea que se abra la puerta! El seguro es un pitorro que se baja con el dedo. ¡Vaya seguridad! Señor Goyo, ponga la radio que va a empezar en la cadena SER, Ustedes son formidables, Alberto Oliveras es el locutor de este programa que nos cuenta cómo están las cosas en otras ciudades. Ahora ponen anuncios, Chupa chups, aceitunas La Española.

Ya llegamos al cuartel de Villanubla, dicen los mayores, que van a quitar esta curva y van a hacer un túnel desde la carretera de Rioseco a Valladolid.

Va rápido un coche de estos, la aguja marca 80, que parecen ser los kilómetros que hace el coche en una hora. 

Por fin en casa, dice el taxista que se va hasta la residencia a ver a un familiar y que a lo mejor, le sale un retorno hasta Medina de Rioseco, allí parece que se reúne con Maxi el de San Pedro y con Teodoro el de Villabrágima; otros taxistas de la tierra. 

 Mi padre le ha pagado 500 pesetas, que aunque es un poco caro, dice que es mejor venir temprano que esperar al coche de línea y coger un taxi desde la cochera de los autobuses en la calle López Gómez hasta casa.

Moisés Busnadiego.