Es un verdadero ritual. El miércoles Santo, es de obligado cumplimiento llegar a tiempo a Villagarcía e ir a buscar al Santo a la vieja ermita y llevar la imagen del flagelado Jesús hasta su capilla en la Iglesia.
¡Todo el pueblo! Con sentida devoción; Algunos con los ojos humedecidos, quizá recordando lo concedido, o a los queridos que ya no están, que también eran devotos del “Padre mío”
En el trasiego a hombros del magistral paso, unas veces por los quintos, otras veces por sus padres, otras veces por cualquiera, se canta la Saeta.
La grande el viernes Santo en Rioseco. Todos los pasos en la calle. Devotos costaleros, estruendosas bandas de tambores y cornetas.
Hermanos y visitantes asistimos al relato de la pasión y muerte de Nuestro Señor en magistrales esculturas de los grandes maestros de la imaginería Española. La Escalera, El descendimiento, El Longinos, La Soledad, etc.
La devoción hace hervir la sangre del Cófrade que vive con verdadera pasión estos días de lealtad a su Hermandad, a su paso, a su creencia.
Desde la salida del paso de la Iglesia que le custodia el resto del año, para “bailarle” por la angosta calle donde apelotonados, los creyentes, admiramos la fuerza interior -y la física- esa pasión se nota en cada acto.
El Domingo, la del encuentro, en cualquiera de los otros pueblos que salpican la comarca. Siempre, por un lado ellas, llevan a la Santísima Virgen; ellos al resucitado. En algunos lugares, se termina esta procesión con una carrera del resucitado hasta la Virgen.
Hace unos años, la Semana Santa era la época de la reunión de la familia que no se veía desde la Navidad. Hace años, venían los hijos del pueblo a rememorar y participar en estas procesiones, para pasar de espectadores en la capital a actores en su pueblo natal.
Actualmente, el silencio de estos rituales de la Pascua es lo que más se echa de menos, cuando no son cuchicheos, son los móviles, o aunque no lo crean, los MP3 dichosos.
Es por ello que solamente queda invitar a disfrutar de estos días con el espíritu de antaño, y el que no lo comprenda o no lo respete, que se quede en el bar o en casa. Para los creyentes es un acto de renovación de Fe. Y como acto íntimo, personal, espiritual solamente solicitar respeto.
Chapas, gilé, subastao; también hay horas para lo lúdico.
Pero entre tanto llega ese momento y ven que ha salido el paso, Silencio.
Moisés Busnadiego.
lunes, 12 de abril de 2010
Suscribirse a:
Entradas (Atom)