Ya estamos en el décimo año del XXI o del siglo 21.
Y cómo han cambiado las cosas en menos de treinta años.
La tele en alta definición, sonido “surrun”, pantallas planas y otras novedades; Cuando tan solo hace 45 años, había una o dos televisiones en el pueblo. Actualmente se puede interactuar -vaya palabreja- con la tele, configurando los contenidos a nuestro antojo. Íbamos al teleclub o al bar a ver los programas de la primera y de la del UHF, la segunda cadena. La radio era nuestra mejor amiga, reuniendo alrededor de la mesa a muchos oyentes.
El agua que hoy consideramos un bien obligado, hace 35 años, ni muchas de las casas de los ricos contaban con este vital líquido. Había que ir a buscar el agua al caño, cántaros de barro hacían de depósitos, y cada día a buscarla. ¡Ay, el wáter! Y la tabla. Ahora, le das a un grifo y ¡zas!, ahí la tienes, limpia, transparente… Con la luz, casi parecido; dos o tres bombillas y un par de enchufes, con un transformador para el frigorífico o un estabilizador para la radio. Hoy, no sabríamos vivir sin un enchufe para cada cachivache que tenemos en la casa.
Pero lo que más nos ha cambiado la vida son el teléfono y el ordenador, pues con estos dos aparatos tenemos acceso a todas las comodidades (¿seguro?) del mundo.
El teléfono, los primeros que fueron domésticos, eran los de góndola, y ya aquello de que tuvieran teclas en vez del aro de marcar era de potentados; cuando hasta hacía unos años tan solo, teníamos que ir donde la Señora Bibiana que nos daba línea para hablar con los papas o con los tíos de Bilbao, cuando estábamos de vacaciones.
Un momento que le paso.
Y sonaba en el portalón aquello de poner una trompeta en la oreja y con otra trompeta en una caja, debíamos hablar.
Ahora, le llevamos en el bolso, cada segundo de nuestra vida y los más jóvenes sufren porque se les ha ido tres minutos la cobertura o porque no tienen la mejor tarifa de: “llama todo el fin de semana gratis a cualquier operador”
El ordenador, me permite leer libros, escuchar música, comprar, estudiar, hablar con mi primo el de Ermua, ver videos.
Pero lo que más me gusta es lo del correo electrónico y el “mesenyer” o el “eskipe” que es para llamar por teléfono desde el portátil. ¡A cualquier lugar del mundo! Y que puedas ver con quien hablas, eso ya es la pera limonera.
Dile a tu abuelo, cuantas cartas escribió a la novia cuando estaba en la mili. Comenta con tu abuela, cuantas llamadas de teléfono recibió cuando “hablaba” con tu abuelo.
Está bien evolucionar, pero no nos hagamos dependientes de las tecnologías y recordemos lo romántico de lo antiguo. Qué os parece si en el próximo cumpleaños de un familiar, le felicitamos por carta manuscrita. ¿Y si estas vacaciones enviamos una postal desde la playa a todos nuestros amigos o familiares?
Moisés Busnadiego.
viernes, 6 de agosto de 2010
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