Unánimes son las voces críticas contra los gestores de esta ahogante crisis que golpea un derechazo o zurdazo a la cara de los más débiles.
Débiles somos todos aquellos que no tenemos, como decía Lázaro -el de Tormes-, "un puesto en la Corte, que son los que medran"
Somos débiles, porque cada mañana cuando vamos al trabajo, aquellos que aún no lo hemos perdido, no sabemos si al llegar a la puerta de la oficina o del taller encontraremos alguna sorpresa como ha ocurrido con vecinos, amigos o familiares.
Muchos -van cuatro millones y pico- han visto de repente sus vidas truncadas por la pésima gestión, de sus superiores, muchas veces cegados por lo lucrativo del negocio. En cuanto se rasca un poco en cada empresa que ha presentado ERE, o ha cerrado o ha dejado de pagar las nóminas, o no ha cotizado por los servicios prestados, vemos que lo que importaba era fabricar, construir, vender al precio que fuera, sin tener, en muchas ocasiones, la menor idea de gestión de un negocio. Como además el sistema permitia (a todos) endeudarse hasta las pestañas, pues la mayoria subiamos a ese autocar de la deuda.
Otras veces y las que a mi personalmente más me soliviantan, es la negación por parte de los bancos a conceder créditos (caros) de hasta lo que hace un par de años se daba casi por entrar a saludar al director de nuestra sucursal. Esa falta de crédito, hace que muchos empresarios que aún tienen trabajo, producen con criterio, venden a justiprecio y cumplen con todo lo legal; pues digo, esa falta de crédito de un pagaré o pedido en firme de un Cliente, hace que le falte liquidez para, por ejemplo pagar la nómina del que ha fabricado lo vendido.
Después viene el impago o aplazamiento de las cuotas a la seguridad social, y así hasta el infinito.
Es lamentable, como conozco, que un fabricante tiene retenido el material en aduana por falta de esa liquidez y va a perder un millonario contrato firmado con la administración regional de sanidad porque de repente su banco que le aceptó -por escrito- la operación de financiación, le ha dado con la puerta en las narices.
Cosas como esta hacen que el miedo se apodere cada vez más de nuestra existencia. Yo de pequeño tenia miedo al hombre del saco, pero nocreo que fuera Papá Nöel, sino que, quizá entonces fuera la imagen del banquero usurero con chistera y fumando puros encendidos con billetes de cien pesetas.
Aprovechando este bypass que vivimos, deberemos hacer todos una reflexión en cuanto a volver -cuando esto mejore- a entrar en el juego de consumir, endeudarse o bien, como hacian nuestros abuelos y padres, ahorrar e ir viviendo cómodos pero sin excesos, pues lo lamentable es que por desgracia ya muchos viven peor que sus padres o como en muchos más casos de los que pensamos, vuelven a vivir de los padres (con mujer e hijos).
Ellos, los que medran en la Corte, o los amigos de los de la corte, están en otro estrato social y como dice un buen amigo mio:
"NOS HEMOS PENSADO QUE TODO ES PARA TODOS Y NUNCA FUÉ ASÍ"
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